Tal vez es símbolo inequívoco de
nuestra sociedad, vemos de forma continua como unos a otros se señalan y echan
las culpas. Observamos en el día a día comportamientos de un análisis sobre el
resto y no sobre nosotros, que llamamos vulgarmente "juzgar a los demás".
Crecemos con ello desde pequeños, y quiero pensar, que educados así de forma
indirecta. Parece que cuando uno/a se equivoca deba esconderlo como síntoma de
debilidad, cuando la realidad es que acaba haciendo al pupilo -sea cual sea-
más débil. Y no hablo de un estudio antropológico, pero cuantas veces
escuchamos él: "pero él ha hecho esto u otra cosa, y no le has dicho
nada".
Esto sucede con los hijos, los jugadores,
y lamentablemente con los más mayores. Y lógicamente dentro de este último
grupo, están los entrenadores. Se cuentan por miles los artículos de "los
padres" "los padres entrenadores" "los padres no dejan
trabajar". Pero a menudo los primeros que cometen un grave error también
lo son los entrenadores, ¿se cuestionan a ellos mismos? A mi parecer no, y en
el cuestionar reside el éxito o el fracaso, y ese éxito o fracaso vendrá
marcado por donde se inicie el camino, por el cómo se formule esa pregunta, en
otras palabras: con qué intención.
Cuando hablo de cuestionar, no me
ciño ni hablo de cuestionar nuestro trabajo táctico en un partido, me refiero a
algo mucho más importante:
El proceso de aprendizaje, y en
él reside el "me refiero" a la forma de dirigirnos a los jugadores,
me refiero al trato a la enseñanza de entender el juego, el dotar de una
técnica así como mentalidad y por último y no menos importante, de educar en
valores.
Hagamos autocrítica de si hacemos
los entrenamientos en casa o club, pensados, con tiempo, con trabajo y pasión y
no 10 minutos antes del entrenamiento -o en el mismo-, si nos volcamos y
organizamos día a día, semanalmente y mes a mes en cumplir unos objetivos en
concreto o vamos al "libre albedrio".
Reflexionemos, si dotamos
realmente a los jugadores de unos valores, y "no vendemos humo" de
que debe existir un esfuerzo, pero luego, sin embargo, el mejor jugador sólo
viene un día entrenar y acaba jugando más que el flojo del plantel que ha
venido 3 días -esforzándose en todos los minutos del entrenamiento-. ¿Qué
mensaje das? ¿Se premia así el esfuerzo?
¿Gritas, das voces, hablas en un
mal tono al jugador (niño) en determinado momento? ¿Cómo puedes quejarte
después del padre Hooligan?
Antes de querer cambiar el mundo
del fútbol, de la vida, tenemos que mirarnos en el espejo, el cambio empieza
ahí.
@Miguel_Soto89
Entrenador de fútbol
Hay que saber distinguir el límite entre la autocrítica y el auto castigo....hay personas que se obsesionan con examinarse a si mismas continuamente, sacando siempre fallos a sus acciones y eso les va bloqueando. Lo perfecto es el equilibrio (como en todo).....saber que se hace bien o mal pero sin obsesionarse...
ResponderEliminarP.D. Yo soy de los miles que en mi humilde blog he escrito sobre los padres.... ;)
Saludos!
Exacto Carlos, completamente de acuerdo. Yo también he escrito sobre los padres. Simplemente digo que autocrítica hacia nosotros mismos, que nos se nos olvide, pero como TÚ has dicho, no confundir con el auto castigo !!
EliminarBuena reflexión!
ResponderEliminarGRACIAS RAFA !! Que bueno tenerte por aquí !!
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